Es muy duro nacer en el seno de una familia rural criada entre animales, los cuales sólo son objetos de trabajo cual vulgares aparejos de la tierra. Es complicado porque un día les pides una mascota en condiciones, dícese un perro y se rien en tu cara diciendo que para qué lo quieres... ellos hace tiempo que hicieron callo ante las sensaciones de ternura y amor incondicional que provocan los cachorros de chiguagua... No te entienden. Así que sin comerlo ni beberlo a la edad de 10 años ya te conviertes en una parásita de mascotas ajenas, como me pasó a mi... que era esa típica compañera del cole con la que sólo hablabas casualmente hasta que te compras un perro y a partir de entonces se convierte en tu amiga del alma y la encuentras todos los putos días en tu casa hablando con tus padres y con el cachorro en brazos... sí, esa era yo.
Sin embargo en mi casa, la vida era triste y solitaria. Tenía que recurrir a los bichos que el azar traía a mi lóbrega morada. Un día cogiendo tierra del parque para plantar una semilla de judía (esto si le molaba a mis padres por si les daba de comer gratis algún día) me encontré un pequeño y risueño gusano. Emocionada de la vida y si consultar a nadie me agencié un azucarero, le quité el azúcar, le eché tierra y allí que lo metí bautizándolo con el nombre de “Teodoro”. Le cuidaba atentamente, no tengo ni guarra de qué comía, pero velaba por su bienestar y así fué que sobrevivió feliz. Hasta que un día lo perdí de vista y al cabo de los meses me lo encontré en un geranio con ciertos sobrepeso y una pinta viscosa que me provocó cierta repulsión que nunca acepté conscientemente. No pude hacer otra cosa que dejarle marchar, ya estaba hecho un adulto y no me necesitaba...
Después volqué mi instinto maternal en los caracoles que mi padre cogía en épocas de lluvia, (estos animales sí le molaban por lo suculento de su estructura). Me horrorizaba ver como se los comía y decidí hacer como el de La lista de Slinder... salvar la vida a tres de ellos y meterlos en una caja de zapatos con una estupenda base de tierra y lechuga por todos los lados... los convertí en la atracción de la plaza haciendo que todos mis colegas subieran a casa a apostar a las carreras (siempre tuve visión empresarial)... sólo había que echarlos en un vaso de agua para despertarlos. Era preciosos verles derrapar, comer lechuga... no recuerdo cómo fue pero poco a poco se quedaron en sus caparazones y pasaron de salir. Fué bonito mientras duró.
Sin embargo en mi casa, la vida era triste y solitaria. Tenía que recurrir a los bichos que el azar traía a mi lóbrega morada. Un día cogiendo tierra del parque para plantar una semilla de judía (esto si le molaba a mis padres por si les daba de comer gratis algún día) me encontré un pequeño y risueño gusano. Emocionada de la vida y si consultar a nadie me agencié un azucarero, le quité el azúcar, le eché tierra y allí que lo metí bautizándolo con el nombre de “Teodoro”. Le cuidaba atentamente, no tengo ni guarra de qué comía, pero velaba por su bienestar y así fué que sobrevivió feliz. Hasta que un día lo perdí de vista y al cabo de los meses me lo encontré en un geranio con ciertos sobrepeso y una pinta viscosa que me provocó cierta repulsión que nunca acepté conscientemente. No pude hacer otra cosa que dejarle marchar, ya estaba hecho un adulto y no me necesitaba...
Después volqué mi instinto maternal en los caracoles que mi padre cogía en épocas de lluvia, (estos animales sí le molaban por lo suculento de su estructura). Me horrorizaba ver como se los comía y decidí hacer como el de La lista de Slinder... salvar la vida a tres de ellos y meterlos en una caja de zapatos con una estupenda base de tierra y lechuga por todos los lados... los convertí en la atracción de la plaza haciendo que todos mis colegas subieran a casa a apostar a las carreras (siempre tuve visión empresarial)... sólo había que echarlos en un vaso de agua para despertarlos. Era preciosos verles derrapar, comer lechuga... no recuerdo cómo fue pero poco a poco se quedaron en sus caparazones y pasaron de salir. Fué bonito mientras duró.
Y cuando superé esa época de inmadurez, avancé o retrocedí, no sé, de nivel y de especie. Me dediqué al mundo vegetal.
Cuando me regalaron mi primer bonsái sentí tocar el cielo. Me pasaba las horas muertas mirando como pasaba la luz del sol entre las verdes ramas de ese aligustre en miniatura, observando como crecían los brotes nuevos, la tierra húmeda, las hojas que se arrugaban y se caían, la manta de hojas muertas que se empezó a formar en el suelo, las ramas que se secaban, el tronco que se quedó desnudo, el cadáver en que convertía a un árbol sano de 8 años. Me lo cargué. La causa: no hacía más que regarlo pensando que así le demostraba mi amor, y así acabé consiguiendo que se pudrieran todas las raíces...
Y ahora sigo sufriendo al ver a todo el mundo con sus mamíferos bajo el brazo, les odio cuando hablan de sus mascotas, cuando alardean de lo inteligentes que son al ir a saludarles a la puerta como si les intuyeran, cuando ponen sus fotos en la red... y sigo viviendo con la esperanza de independizarme del yugo de mis ancestros y así poder ir a la perrera y cogerme un cachorro pequeño, feo y peludo al que poder llamar Chibi para hacerle todas las perrerías que no pude de pequeña... es el sueño de mi vida.
Cuando me regalaron mi primer bonsái sentí tocar el cielo. Me pasaba las horas muertas mirando como pasaba la luz del sol entre las verdes ramas de ese aligustre en miniatura, observando como crecían los brotes nuevos, la tierra húmeda, las hojas que se arrugaban y se caían, la manta de hojas muertas que se empezó a formar en el suelo, las ramas que se secaban, el tronco que se quedó desnudo, el cadáver en que convertía a un árbol sano de 8 años. Me lo cargué. La causa: no hacía más que regarlo pensando que así le demostraba mi amor, y así acabé consiguiendo que se pudrieran todas las raíces...
Y ahora sigo sufriendo al ver a todo el mundo con sus mamíferos bajo el brazo, les odio cuando hablan de sus mascotas, cuando alardean de lo inteligentes que son al ir a saludarles a la puerta como si les intuyeran, cuando ponen sus fotos en la red... y sigo viviendo con la esperanza de independizarme del yugo de mis ancestros y así poder ir a la perrera y cogerme un cachorro pequeño, feo y peludo al que poder llamar Chibi para hacerle todas las perrerías que no pude de pequeña... es el sueño de mi vida.
(lo más leido de coda, lo mas comentado, lo mejor del blog)
11 comentarios:
Anónimo dijo...
Estimada coda yo de pequeño odiaba los perros, Mejor dicho yo no les caía bien a ellos. Pero al final tuve perros a los que debido a mi aversión hacia ellos les traumatizaba para que obedecieran. Pero antes de los perros tuve gatos son la mascota ideal, no hay que limpiarles la mierda, pero atacan al resto del zoo (pájaros y peces). Antes tuve tortugas pero son un muermo y cagan en exceso. En definitiva los bichos aunque parezcan moníiiiiiiiisimos acaban aburriendo y robándote tu tiempo
Sinceramente Tuyo, el enamorado de la fauna doméstica (excepto cucarachas) el Anonymous Number Two
Apañao dijo...
Ya sabes codita que mi mascota siempre será tu mascota, aunque eso de que odias a los que cuelgan fotos en la red, te ha restado puntos, que bien guapo que sale el conan en mi blog.
No te preocupes que ya queda menos para ir a la perrera.
Anónimo dijo...
Codita, preciosa, recuerdame que nunca te deje mis mascotas. Eres la novia de la muerte guapa.
Anónimo.
Coda dijo...
Ey, que hoy en día tengo 6 bonsais divinos a mi cargo, alguno de ellos con más de tres años de sufrimientos codiles a sus espaldas... ah! y el conan cuando me ve, mueve el rabo!! (es un efecto que provoco, ejem...)
Docta Jell dijo...
En el libro "Sueñan los androides con ovejas mecanicas" (del que luego se sacó la película de Blade Runner) los animales vivos son algo cotizado por todos los humanos.
Después de la Guerra Mundial Terminal la mayoría de las especies se han extinguido y las que quedan están muy mermadas, lo que provoca que casi todas las mascotas sean "replicas" mecanicas de seres vivos reales. Están tan bien hechas que sólo sus dueños saben que son falsas.
El protagonista, Dekkard, tiene una oveja mecanica y su máximo sueño es hacerse con una de verdad.
♥KiTtY KaT♥ dijo...
jajajajajajaa aaahhh ke amiga coda dejame decirte ke yo asi era de pekeña bueno y agregando ke mi mas fiel amiga mi perrita se escapo de mi casa y llora y llora como una presa de agua con fuga en ella jajajajajaa pero bueno comprate un perrito chihuahua son lindos y pekeños!! saludos!
Coda dijo...
Anónimo two, que envidia me das, yo no he salido del reino de los artrópodos y aún así me siguen acojonando las cucarachas y las langostas que me comen los bonsais...
me siento como el tal dekkard... mis padres no hacen más que regalarme peluches de perritos y no es lo mismo.
Jal dijo...
Codita hija... vivan los caracoles.
Yo de pequeño estaba deseando que lloviera para salir al parque y coger caracoles... no más de dos, que las cajas de zapatos no daban más de si, y tampoco era cuestión de encerrarles en un piso de 35 metros cuadrados.
La experiencia iba sofisticando la cria. Al principio la lechuga se secaba instantaneamente asi que decidi mojarla de vez en cuando, pero claro, las cajas entre la baba del caracol y el agua de la lechuga se echaba a perder, asi que decidi forrarla con forro de libros no adhesivo, claro, para que la caja no se calara. Para los caracoles era guay porque era como estar en Xanadu. Pero habia otra pega. Al final no les veia andar,asi que decidi crear una ventana en la caja, con forro, también para poder verlos todo el tiempo.
Fue genial. A veces lo echo de menos. Lo que no sé es como no me hice arquitecto despues de estas inquietudes que yo demostraba en mi tierna infancia...
bsos
Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
Los ácaros son excelentes animales de compañía.