Por George R.R. Martin...
A medida que voy leyendo un libro, no puedo evitar intentar entrever como es su autor a través de las situaciones que crea, los personajes que describe, las relaciones que inventa, los escenarios que utiliza... en fin, las batallitas que se monta. Y si necesito enriquecer mi construcción personal del creativo en cuestión, miro atentamente su foto...
Para los reyes me echaron el primer volumen de una dodecaedrología de una novela río archiconocida y de afamada reputación. Una novela río es una serie de historias interrelacionadas e hiladas alrededor de un eje central que como afluentes surgen, resurgen y se desvanecen a veces incluso se retuercen como meandros de agua subterránea… En mi caso más que novela río podría llamarse “novela manta zamorana” si atendemos a la pinta de los libros.
Por ahora son cuatro tomos (aún faltan otros tantos) de 900 páginas cada uno encolados con tapas semirrígidas haciendo un peso de unos 2 kilakos en papel de seda apto para diseño de chuflos compuestos por una media 30 capítulos titulados según el nombre del protagonista del mismo quedando el índice tal que así: Luis, Ana, Ricardo, Luis, Jose, Pepi, Ricardo, Luis, Ana, Jose, Ana, Pepi, Lucibon, y otras chicas del montón. Esta originalidad es de agradecer desde que a Tolkien le dio por llamar a los personajes según su nombre de pila, el apellido de su padre y el apodo que le pusieron sus compañeros de clase indistintamente. Así al menos a los protagonista los controlas. Los secundarios y extras ya es otro tema pero bueno, para lo que pintan…
Esta novela: "Canción de Hielo y Fuegoorr" está ambientada en una época medieval cualquiera con sus castillos, sus reyes, sus nobles, su vulgo campesino y sus putas. Nada original de momento pero si la sigo leyendo es porque de vez en cuando Martin me promete que irá metiendo el factor magia en este mundo… la magia de Krynn que yo busco en toda fantasía épica que cae en mis manos…
Las descripciones de los personajes que voy leyendo en el metro muchas veces me hacen levantar la vista del libro y asquearme: “Comerratas era un hombre obeso y achaparrado con la cara llena de espinillas y heridas purulentas que lanzaba perdigonazos al hablar ya que tenía un problema de salivación y solo le quedaban cuatro dientes, todos ellos de color verduzco y medio podridos con restos de comida desde su cuarto potito de ternera. La cara se la cruzaba una fea cicatriz resultado de un hachazo que le dio una prima hermana a la que intentó violar cuando tenía diez años en la fiesta de cumpleaños de su hermano Escupeflemas mientras jugaban a las oscuritas, dejándole un ojo pipa sin párpado y lleno de legañas. Su olor había causado más muertes entre las prostitutas con las que trataba para que le limpiaran el sable que el que producía su acero mercenario barato en la batalla…” Puagggg!.
De entre todos los personajes, pueden ser unos 150, solo cuatro pueden catalogarse como bellos según el ideal de belleza actual, y lo más cojonudo es que dos de ellos son hermanos mellizos. Fijaos si Martin es vago que cuando encuentra un canon apropiado lo va duplicando sin mucha gana tanto le cuesta describir algo herposo.
Las relaciones personales no son mas alentadoras. Yo, como lectora adolescente que soy, me engancho a los libros cuando existen lazos de amistad fuerte (un Flint con un Tass), una pasión (Kitiara con Dalamar) o un amor platónico (Tika con Caramon) entre los personajes, pero aquí prácticamente andan todos solos por la vida, por obligación o por gusto. Las relaciones mas profundas que te puedes encontrar son las de unos niños con unos lobos que encuentran de cachorros, poco más.
Bueno, miento, al menos hay una relación y encima es entre dos de los bellos… pero como esto no podría ser normal la relación es de amor, de pasión y es entre los hermanos mellizos. Martin no puede evitar disfrutar poniendo a procrear a hermanos de alta alcurnia cual vulgares borbones y a padres con sus hijas dentro de la plebe, encima sin consecuencias genéticas, ¿pero quién se puede creer eso?.
Las descripciones más detalladas y que más emocionan a Martin aparte de los mercenarios y hombres de la guardia de la noche son las de la ropa de los caballeros y los emblemas de sus casas nobles: “el campo de batalla era un alegre colorín de avatares con los blasones de la casa Rodríguez de la Fuente, con el lince siena ocre moteado sobre el fondo verde troquelado de la sierra regada por las aguas de dulcecaño, los verdecora con la orquídea fuxia rota por un rayo negro sobre el fondo oro purpurina de las tierras de duras piedras y el mosquito con anteojos en blanco y negro sobre la ñorda marronácea de la casa de los bajascloacas…”
Después de leer cosas así en versión americana, claro, no puedo dejar de pensar: ¿qué movidas mentales tendrá este señor en su cabeza? Y no puedo dejar de imaginármelo en su casa de madrugada, escribiendo en su PC Apple rodeado de latas de cerveza vacías poniendo el teclado perdido de grasaza de la alitas de pollo que como mientras teclea. Tiene abierta una ventana con su página de gmail esperando recibir algún mail subidito de tono de su prima de Arkansas y de vez en cuando mira las ultimas tendencias en alta costura en las pasarelas de Milán, Roma y París…
A medida que voy leyendo un libro, no puedo evitar intentar entrever como es su autor a través de las situaciones que crea, los personajes que describe, las relaciones que inventa, los escenarios que utiliza... en fin, las batallitas que se monta. Y si necesito enriquecer mi construcción personal del creativo en cuestión, miro atentamente su foto...
Para los reyes me echaron el primer volumen de una dodecaedrología de una novela río archiconocida y de afamada reputación. Una novela río es una serie de historias interrelacionadas e hiladas alrededor de un eje central que como afluentes surgen, resurgen y se desvanecen a veces incluso se retuercen como meandros de agua subterránea… En mi caso más que novela río podría llamarse “novela manta zamorana” si atendemos a la pinta de los libros.
Por ahora son cuatro tomos (aún faltan otros tantos) de 900 páginas cada uno encolados con tapas semirrígidas haciendo un peso de unos 2 kilakos en papel de seda apto para diseño de chuflos compuestos por una media 30 capítulos titulados según el nombre del protagonista del mismo quedando el índice tal que así: Luis, Ana, Ricardo, Luis, Jose, Pepi, Ricardo, Luis, Ana, Jose, Ana, Pepi, Lucibon, y otras chicas del montón. Esta originalidad es de agradecer desde que a Tolkien le dio por llamar a los personajes según su nombre de pila, el apellido de su padre y el apodo que le pusieron sus compañeros de clase indistintamente. Así al menos a los protagonista los controlas. Los secundarios y extras ya es otro tema pero bueno, para lo que pintan…
Esta novela: "Canción de Hielo y Fuegoorr" está ambientada en una época medieval cualquiera con sus castillos, sus reyes, sus nobles, su vulgo campesino y sus putas. Nada original de momento pero si la sigo leyendo es porque de vez en cuando Martin me promete que irá metiendo el factor magia en este mundo… la magia de Krynn que yo busco en toda fantasía épica que cae en mis manos…
Las descripciones de los personajes que voy leyendo en el metro muchas veces me hacen levantar la vista del libro y asquearme: “Comerratas era un hombre obeso y achaparrado con la cara llena de espinillas y heridas purulentas que lanzaba perdigonazos al hablar ya que tenía un problema de salivación y solo le quedaban cuatro dientes, todos ellos de color verduzco y medio podridos con restos de comida desde su cuarto potito de ternera. La cara se la cruzaba una fea cicatriz resultado de un hachazo que le dio una prima hermana a la que intentó violar cuando tenía diez años en la fiesta de cumpleaños de su hermano Escupeflemas mientras jugaban a las oscuritas, dejándole un ojo pipa sin párpado y lleno de legañas. Su olor había causado más muertes entre las prostitutas con las que trataba para que le limpiaran el sable que el que producía su acero mercenario barato en la batalla…” Puagggg!.
De entre todos los personajes, pueden ser unos 150, solo cuatro pueden catalogarse como bellos según el ideal de belleza actual, y lo más cojonudo es que dos de ellos son hermanos mellizos. Fijaos si Martin es vago que cuando encuentra un canon apropiado lo va duplicando sin mucha gana tanto le cuesta describir algo herposo.
Las relaciones personales no son mas alentadoras. Yo, como lectora adolescente que soy, me engancho a los libros cuando existen lazos de amistad fuerte (un Flint con un Tass), una pasión (Kitiara con Dalamar) o un amor platónico (Tika con Caramon) entre los personajes, pero aquí prácticamente andan todos solos por la vida, por obligación o por gusto. Las relaciones mas profundas que te puedes encontrar son las de unos niños con unos lobos que encuentran de cachorros, poco más.
Bueno, miento, al menos hay una relación y encima es entre dos de los bellos… pero como esto no podría ser normal la relación es de amor, de pasión y es entre los hermanos mellizos. Martin no puede evitar disfrutar poniendo a procrear a hermanos de alta alcurnia cual vulgares borbones y a padres con sus hijas dentro de la plebe, encima sin consecuencias genéticas, ¿pero quién se puede creer eso?.
Las descripciones más detalladas y que más emocionan a Martin aparte de los mercenarios y hombres de la guardia de la noche son las de la ropa de los caballeros y los emblemas de sus casas nobles: “el campo de batalla era un alegre colorín de avatares con los blasones de la casa Rodríguez de la Fuente, con el lince siena ocre moteado sobre el fondo verde troquelado de la sierra regada por las aguas de dulcecaño, los verdecora con la orquídea fuxia rota por un rayo negro sobre el fondo oro purpurina de las tierras de duras piedras y el mosquito con anteojos en blanco y negro sobre la ñorda marronácea de la casa de los bajascloacas…”
Después de leer cosas así en versión americana, claro, no puedo dejar de pensar: ¿qué movidas mentales tendrá este señor en su cabeza? Y no puedo dejar de imaginármelo en su casa de madrugada, escribiendo en su PC Apple rodeado de latas de cerveza vacías poniendo el teclado perdido de grasaza de la alitas de pollo que como mientras teclea. Tiene abierta una ventana con su página de gmail esperando recibir algún mail subidito de tono de su prima de Arkansas y de vez en cuando mira las ultimas tendencias en alta costura en las pasarelas de Milán, Roma y París…
1 comentarios:
Anónimo dijo...
Me encantaría conocer a Comerratas.