A veces me vienen a la mente recuerdos de mi infancia, esos que quedan en el subconsciente almacenados y que si no les das brillo, ahí se quedan de por vida cogiendo polvo en la mielina de sus conexiones neuronales... y me da pena no recordar con mas frecuencia esas tarde de verano en el barrio, en los años ochenta (fue la mejor década para escribir un blog, la verdad), cuando con un duro te comprabas un escalofrío y así tirabas toda la tarde, cuando los yonis paseaban por el parque impunemente dejando caer sus jeringas entre los matorrales o ni eso. Era tan fácil encontrartelas por el suelo!, pero las madres no montaban ningun espectáculo por ello, si llega a ser ahora... te limitabas a observarlas en grupo y ver lo asquerosas que eran.
Los yonkarras de mi barrio iban con sus chaquetas vaqueras y sus Jumas y solían frecuentar el "Sobaritas": un bar cutre al que nunca faltaba la clientela. No les costaba nada acercarse a las niñas del barrio a pedirles papel albal y suplicarles que subieran a sus casas a por él, aunque fueran las 10 de la noche... claro, que eso nos pasa a "la eli" y a mi por estar a esas horas en el parque comentando el último capítulo de "V"...
Me acuerdo de Almu, de esa amiga con problemas que tan feliz nos hacía a todos con sus historias. Era tan auténtica que teniendo 10 años y deseando ser mujer se echaba mercromina en sus partes bajas simulando tener la regla para ir corriendo a enseñárselo a toda su familia... ya eran ganas. Y me acuerdo de esa tarde que estando todos trasteando por la plaza se encontró un sobre blanco con dinero. ¿Quién no ha soñado con eso? pues Almu se encontró 20.000 pelas en un sobre y de todas las cosas que podía hacer lo único que se le ocurrió fue decirnos a todos los que ese día estábamos en la calle con ella era que qué queríamos que nos comprara...
Nos metimos todos en los frutos secos y nos compramos un Negrito cada uno... esto era un lujo del quince puesto que no podíamos acceder mas que al Popeye y si me apuras, al Drácula. El Emilio, el dueño de la tienda, salió raudo a asesorarnos intuyendo lo que había pasado. Nos dijo que repartiéramos el dinero entre todos... que listo, para que nos lo pulieramos en su tienda. Pero no fue así, nos fuimos a Copasa (donde pocos años atrás robé el naranjito) y nos compramos todos unos tubos de colores que se colgaban en el cuello para llenarlos de monedas o de escarabajos, eso era al gusto del consumidor. Y seguimos nuestra tarde de compras.
En una de estas yo subí a mi casa con la Eli a por el bocata y le contamos lo sucedido a mi hermano. Él, con mas vista que nosotras nos dijo que no aceptáramos ni un regalo mas de la Almu, imagino que sospechando que esos billetes estaban manchados de heroína... La Eli y yo, obedientes que éramos le dijimos a nuestra amiga, con lágrimas en los ojos, que no queríamos nada más... así que pasamos el resto del tiempo viendo como los demás se seguían comprando variados accesorios mientras se nos caía la baba. Hasta que llegó el momento que todo niño en esa situación debe evitar a toda costa: Almudena le dijo lo que había pasado a su madre... como os podéis imaginar la señora afiló los incisivos, erizó sus pelánganos, echó para fuera sus garras, enganchó el sobre con las zarpas y mandó a su hija para la calle con el bote de colores colgando tristemente cual vulgar botafumeiro del cuello.
Y así fue como se acabó la tarde del sueño de verano. Así fue como se terminó la sensación de que el mundo estaba a nuestros pies y que todo lo podíamos conseguir. Por una tarde fuimos millonarios en ilusiones y lo siento por los jonis que perdieron la pasta, pero yo nunca olvidaré lo dichosos que fuimos seis niños de barrio comiendonos un Negrito entre risas y buen rollo. Y ahora que han pasado los años me acuerdo de la Almu y no se como le irá la vida, la última vez que la vi ella iba en un coche y yo andando, al pasar a mi lado sacó la cabeza por la ventanilla y se puso a gritar mi nombre mientras ser reía a 80 km por hora... espero que sea feliz, tanto como se merece y más. Tanto como lo fuimos nosotros por ella. Gracias Almu.
3 comentarios:
Apañao dijo...
Si es que el parque tiene un peligroooo. Qué buenos tiempos, yo muchas veces pienso qué feliz sería volviendo al pasado para revivir una tarde de verano siendo niño.
Kujavi dijo...
Me encanta cuando rememoras tu infancia y nos deleitas con tus anécdotas. Haces que todo parezca muy entrañable.
"[...]ahí se quedan de por vida cogiendo polvo en la mielina de sus conexiones neuronales"
Me ha llamado poderosamente la atención esta frase tan poética. Me ha gustado mucho. Se nota tu afición por la lectura aquí (aunque de vez en cuando se te cuele algo de la de Crepúsculo)
Coda dijo...
jeje, una que es ecléptica e incongruente... a mi tambien me gusta leerte, aunque ahora te prodigas menos.
Ay Apa, el parque ya no es lo que era...