Desde que era ñaja siempre ha habido un momento en la vida que he temido a muerte, un momento que otras personas ansiaban que les llegara y que yo siempre lo he visto como lo peor por lo que tiene que pasar una persona. Es cosa de mujeres, pero mientras unas lo desean a muerte yo veía en él el culmen del dolor y el miedo: sentir como tu cuerpo se abre literalmente por la presión, como se te desgarra toda la rajeta al paso de tres kilazos (si hay suerte) y como sale un ser vivo de tu interior embadurnado en sangre y olor a vísceras... bonito, ¿eh?.
Pues el día me llegó, como todo en la vida.
Después de 9 meses de embarazo y sin ningún problema mas los que me ha dado toda esa gente que por empatía te pone la cabeza como un bombo (como si no tuvieras ya uno) con consejos de vieja no requeridos e imperativos del tipo: no tomes el sol embarazada que el niño coge cáncer, no comas lechuga, ni carne, ni fiambre, ni queso, ni verduras en general, ni atún, no toques tierra, no te estires, no te agaches, no cojas peso, no hagas esfuerzos, no dejes de hacer gimnasia, no corras, anda horas, no te agotes, y no te pares, no vayas en bici, no fumes, no bebas, no dejes los vicios que te estresas, no tomes medicamentos, no te enfermes, cuídate, no mires internet... y el momento llegó.
Ese día llegas con la cabeza llena de las experiencias paritarias de toda la gente que te ha visto la tripa y no ha podido evitar contarte como a alguien conocido le tuvieron 3 días de contracciones o le desgarraron hasta las costuras de los calcetines... en mi caso todo empezó la noche de nochevieja, después de un expléndido ágape familiar los pulmones de mi hijo mandaron una señal a la placenta para decirla que ya estaba preparado para salir, así que encharqué de líquido amniótico la tapicería de la silla favorita de mi suegra y corriendo seguí el protocolo que nos explicaron en las clases de preparación al parto. Me fui a mi casa muy tranquila (unos cojones), me duché, revisé mi hatillo, me relajé, y para la maternidad.
Esa noche en la calle los chavales salían de sus macrofiestas vestidos de gala y oliendo a guiski de garrafón... pero yo a lo mio: lo que no te cuentan en los cursitos "la antesala al paritorio".
Nada mas llegar una matrona me metió la mano hasta el fondo, hasta que encontró el tope de un bebé, luego llegó una ginecóloga y me volvió a hacer lo mismo, (en vez de preguntar a la que me lo acababa de hacer debí de gustarla y me volvió a explorar, y digo explorar porque me sobó todos mis interiores). Esto me lo hiceron un par de veces más llenando de sangraza el suelo: dicen que para ver la dilatación del cuello del útero, yo creo que lo hacen para que el parto al lado de esto sea hasta agradable... y así es.
Las contracciones son curiosas pero no pasan de ello. La gente me decía que era el dolor de la regla elevado a la máxima potencia, yo con mi experiencia digo que una mierda. Tengo amigas que cuando sentian los dolores de la regla se daban cabezazos con la pared por el simple hecho de sentir algo distinto que le distrajera de tan anguistioso sufrimiento.. para ellas las contracciones del parto son moco de pavo. Sobretodo cuando sabes que va a venir un ángel con la epidural... mi ángel me pinchó 5 veces porque pillaba vaso sanguineo, se disculpó conmigo anguistiadísima pero yo le habría besado en el ojete porque me dio la vida: en seguida dejé de sentir el dolor y empecé a vivir ese momento como una aventura.
Lo mejor fue picar al matrón criticandole a la ginecóloga y viendo como él la odiaba... jeje, la lucha de clases impera en cada rincón. Me moló ver a la anestesista de cachondeo con la matrona... pero es que era año nuevo y todo olía a fiesta y es que todos los trabajos son un poco gran hermano...
Dilaté, empujé como nos había dicho la matrona (es decir, mal) y ya por fin, empujé con la matrona. Con ella en 10 minutos el churumbel estaba fuera: gritando como un salvaje, conteneando sus pequeñas extremidades, calentito y con los ojos brillantes expectante a lo que se le venía encima, igual que yo. Para nada fue un hecho traumático como me esperaba aunque tener a 10 personas mirandote el chirri es algo angustioso. Ni siquiera el desgarro que me provoqué y ver como me cosían me causó ningún problema, y es que era año nuevo y ya se sabe, "año nuevo: vida nueva".
Después de 9 meses de embarazo y sin ningún problema mas los que me ha dado toda esa gente que por empatía te pone la cabeza como un bombo (como si no tuvieras ya uno) con consejos de vieja no requeridos e imperativos del tipo: no tomes el sol embarazada que el niño coge cáncer, no comas lechuga, ni carne, ni fiambre, ni queso, ni verduras en general, ni atún, no toques tierra, no te estires, no te agaches, no cojas peso, no hagas esfuerzos, no dejes de hacer gimnasia, no corras, anda horas, no te agotes, y no te pares, no vayas en bici, no fumes, no bebas, no dejes los vicios que te estresas, no tomes medicamentos, no te enfermes, cuídate, no mires internet... y el momento llegó.
Ese día llegas con la cabeza llena de las experiencias paritarias de toda la gente que te ha visto la tripa y no ha podido evitar contarte como a alguien conocido le tuvieron 3 días de contracciones o le desgarraron hasta las costuras de los calcetines... en mi caso todo empezó la noche de nochevieja, después de un expléndido ágape familiar los pulmones de mi hijo mandaron una señal a la placenta para decirla que ya estaba preparado para salir, así que encharqué de líquido amniótico la tapicería de la silla favorita de mi suegra y corriendo seguí el protocolo que nos explicaron en las clases de preparación al parto. Me fui a mi casa muy tranquila (unos cojones), me duché, revisé mi hatillo, me relajé, y para la maternidad.
Esa noche en la calle los chavales salían de sus macrofiestas vestidos de gala y oliendo a guiski de garrafón... pero yo a lo mio: lo que no te cuentan en los cursitos "la antesala al paritorio".
Nada mas llegar una matrona me metió la mano hasta el fondo, hasta que encontró el tope de un bebé, luego llegó una ginecóloga y me volvió a hacer lo mismo, (en vez de preguntar a la que me lo acababa de hacer debí de gustarla y me volvió a explorar, y digo explorar porque me sobó todos mis interiores). Esto me lo hiceron un par de veces más llenando de sangraza el suelo: dicen que para ver la dilatación del cuello del útero, yo creo que lo hacen para que el parto al lado de esto sea hasta agradable... y así es.
Las contracciones son curiosas pero no pasan de ello. La gente me decía que era el dolor de la regla elevado a la máxima potencia, yo con mi experiencia digo que una mierda. Tengo amigas que cuando sentian los dolores de la regla se daban cabezazos con la pared por el simple hecho de sentir algo distinto que le distrajera de tan anguistioso sufrimiento.. para ellas las contracciones del parto son moco de pavo. Sobretodo cuando sabes que va a venir un ángel con la epidural... mi ángel me pinchó 5 veces porque pillaba vaso sanguineo, se disculpó conmigo anguistiadísima pero yo le habría besado en el ojete porque me dio la vida: en seguida dejé de sentir el dolor y empecé a vivir ese momento como una aventura.
Lo mejor fue picar al matrón criticandole a la ginecóloga y viendo como él la odiaba... jeje, la lucha de clases impera en cada rincón. Me moló ver a la anestesista de cachondeo con la matrona... pero es que era año nuevo y todo olía a fiesta y es que todos los trabajos son un poco gran hermano...
Dilaté, empujé como nos había dicho la matrona (es decir, mal) y ya por fin, empujé con la matrona. Con ella en 10 minutos el churumbel estaba fuera: gritando como un salvaje, conteneando sus pequeñas extremidades, calentito y con los ojos brillantes expectante a lo que se le venía encima, igual que yo. Para nada fue un hecho traumático como me esperaba aunque tener a 10 personas mirandote el chirri es algo angustioso. Ni siquiera el desgarro que me provoqué y ver como me cosían me causó ningún problema, y es que era año nuevo y ya se sabe, "año nuevo: vida nueva".
6 comentarios:
Olga dijo...
¡Bienvenido churumbel!!!. ¡No sabes la que te ha caido con esos padres, esos amigos de tus padres y esa mala vida que te van a dar!!
Os quiero, a los tres.
Apañao dijo...
Enhorabuena guapa !!, ves cómo es fácil de superar los traumas infantiles?
Algún día contaré la experiencia desde el otro lado, que somos los grandes olvidados.
Benito G.G. dijo...
Con el optimismo con el que cuentas tu parto, creo que hasta a mí me gustaría parir. Enhorabuena. Y ahora, como se dice siempre, a por la parejita. Quien dice ahora, dice dentro de unos años... o unos meses.
Besos.
Makose dijo...
Una noche para recordar siempre...el baby nos ha hecho muy felices a todos.
Ladycaña dijo...
Coda! Mis primas siempre me han dicho que lo primero que hay que hacer una vez que rompes aguas es hacerte un bocata, que luego se pasa un hambre de morirse... No sabía que existieran los matrones!!!
Enhorabuena!
Coda dijo...
Muchas gracias a todos!
Jaja, no me hizo falta bocata porque todo fue justo después de la cena, estábamos jugando a las cartas y cotilleando y yo no dejaba de comer bombones, polvores y turrón de chocolate por eso de que así provocabas el parto (el chocolate, la guindilla y las gambas me habian dicho que eran mano de santo y yo ya iba con retraso) y mira por donde con la tonteria se me escapó tóoo.
El suero es una mierda, ande esté un buen polvorón! jajaja