A mi siempre me ha molado el concepto de la máquina de coser, para mi madre su Wertehim era algo útil, para mí más aún...
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De ñaja hacía vestidos a la barbie (en casa no había muchos retales y a esta muñeca le venía bien todo) y hasta unos pantalones de pana blanca con tirantes le llegué a hacer. Ya de mas mayorcita, a los veinte años o así, me dio por las fundas de los ebook, fundas de mp3, fundas de carpetas, fundas de móviles y fundas de fundas. Hasta que un buen día me dije: ¡¡basta!! estoy harta de coser a mano, quiero una máquina que cosa ella sola, que yo me canso!! Y así fue.
Durante toda mi vida había pasado por esa tienda y me había fijado en las marujas que detrás del traslúcido escaparate daban sus cursos de corte y confección concentradas en sus historias... y mira por donde, un buen día ahí acababa yo, con mi canilla enrollada, cagándome en todo cuando se me salía el enhebrao y preguntándole a la de al lado que qué era un pespunte...
Así llevo una semana de cursito, codeándome con la cream de la cream de los bordados, todas ellas con sus mantelerías finas, con sus servilletas horribles que dicen van a regalar a sus hijas, dios mio, si es que ni ellas las quieren, pobres hijas... y yo con mis cosas. Le digo a mi profa que me enseñe a coser cremalleras y a hacer ojales que el resto lo pongo yo.
Las telas las compré en Pontejos. Me encanta ir a estas tiendas a sobar la mercancía como una entendida y pensar, "¿esto se podrá coser sin romperlo?".
Me cortó los retales un gilipollas de toda la vida que no paraba de lanzar comentarios a su público en voz alta, sin recibir nunca respuesta, como si estuviera en el mercadillo. Era medianamente joven y con pelo, uno de esos que en una enorme superficie va de gallito del corral rodeado de marujas que él cree sueñan con frotarse con su entrepierna mientras él les da con la regla de madera en las nalgas... Me cortó unos terciopelos y un retal de algodón, me dijo sin mirarme (él solo miraba a su alrededor como queriendo controlarlo todo) que mojara la tela antes de coserla y yo confundida le pregunté a mi suegra si es que había que coserla empapada...
Al día siguiente me puse como una loca a coser, reinventando continuamente lo que tenía en mente y adaptándome a esas preciosas telas que había pillado (soy la hortera del rosa y el rojo, lo sé), revolucionando la máquina al pisar el pedal con desenfreno, creo que incluso iba bebida pero afortunadamente en mi casa no hacen controles... me encantaba la sensación de ir deslizando la tela por mis manos y ver que iba uniendo lo que antes estaba separado, ¡¡qué sensación de poder!!
Después de llegar a la conclusión de que los hilos no se han de comprar en los chinos porque atascan a la máquina y hacen sudar, voilá! ya tengo una funda para todos los pinceles, plumillas y rotuladores de punta fina que tengo. Sinceramente no se si lo voy a usar mucho, si lo saco en el curso de comic me echan, pero me encanta como ha quedado... jeje.
Antes de hacerla estuve mirando mucho los diseños que había por internet, y creo que a hortera no me gana nadie... el martes se lo llevo a mi profa a ver si me pone un punto positivo... jeje.
Es maravilloso tener algo en mente y luego poder tocarlo una vez lo has hecho realidad... genial!
2 comentarios:
juan dijo...
por lo que leo sigue siendo cosa de chicas lo de la costura...que mariquitas somos algunos !!
los ojales no tanto pero pegar botones es mi segundo nombre
Coda dijo...
Pegarlos? eso no vale, aunque te advierto que yo antes de coser los forros, los pegaba con pegamento de barra y luego los cosía... lo de hilvanar era agotador...
tú es que eres muy apañao, Juan pega botones.