Últimamente no hago mas que leer noticias y movidas sobre qué pasaría si damos la patada al euro y nos embarcamos en el mundo de la "neopeseta", esperando algo positivo, pero nada. No hay una noticia que de esperanza de cambio, así que si yo fuera griega estaría acojonadísima. Orgullosa de mi historia, pero acojonadísima.
Lo mas bonito que he leído es que gracias a la perdida de sueldos, de trabajos y del encarecimiento del petróleo y las materias primas tendríamos que utilizar transportes en grupo (imagino que carros tirados por mulas), habría que caminar e ir en bici (bien porque ya tengo dos), y sobretodo, que de la ciudad la mayoría tendríamos que irnos al campo a trabajar la permacultura: un sistema sostenible cuya filosofía sería ahorrar materiales y producir menos
desechos a la vez que se conservan los recursos naturales... Tendríamos una economía de mierda pero sostenible... que al fin y al cabo será lo que acabe pasando cuando decidan que el sistema económico imperante es insostenible... digo yo.
Qué cachondo será cuando esté en mi casa de pizarra en el pueblo (que compartiré con todos mis hermanos gracias a la herencia de nuestros padres ya que el piso a medio pagar se lo quedaron los mercados) metida en la habitación de mis nietos delante de una cuna hecha de ramas de jara con una manta de lana de oveja recién esquilada a la luz de una vela de cera de las colmenas de mi padre, leyendo poesías del Gloria Fuertes cosidas en hojas de clinex reutilizables, y les cuente a mis nietos que de joven yo leía en un libro electrónico donde tenía miles de libros almacenados en formato digital que me bajaba en mi portatil rosa de forma ilegal gracias a la solidaridad del ser humano, que vivíamos en edificios de muchas plantas en los que al entrar en el portal la luz eléctrica se encendía automáticamente, que nos comunicábamos con nuestros amigos mediante wasáps para decirnos donde estábamos mediante un localizador por GPS, que comíamos frutas que no eran de temporada y que nuestra mayor ilusión en la vida era ganar la Eurocopa... entonces me acordaré de mis padres, cuando me contaban que se comían las mondas de las naranjas porque no tenían otra cosa que comer, que en reyes se regalaban higos y castañas, que se bañaban cuando llovía o que recorrían andando kilómetros hasta Atienza para ir a la Feria a cambiar el ganado por fanegas de trigo...
La gente dice:
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.
«Pobres tiene que haber siempre»
y se quedan tan anchos
tan estrechos de miras,
tan vacíos de espíritu,
tan llenos de comodidad.
Yo aseguro
con emoción
que en un próximo futuro
sólo habrá pobres de vocación.