Ayer fuí a la presentación del libro "Casi una novela" de Megan Maxwell en el Fnac.  


Era la primera vez que iba a una cosa así, era como estar en un concierto mas: una masa de jóvenes enfrebrecidas alcoholizadas y emocionadas, deseosas de ver a su ídolo y preguntarla de todo. Si en vez de Megan está el Alborán, no notas la diferencia.
Yo llegué tarde, para variar, y cuando subía las escaleras no veía mas que una cola enorme de gente entaponando la entrada... "dios mio esto está petadísimo" pensé, pero cual fue muy alegría al ver que lo que estaban esperando era que les llenaran su minicoctelera rosa furcia de regalo con cointreau (la bebida de la protagonista).

Así que me metí pa dentro pues el jari ya estába empezando y me coloqué de pié todo lo cerca que pude de la estrella, al lado prácticamente de la familia: su madre, su tía y su hermano ahí codo con codo me faltó echar a bolsazos a los de mi alrededor.
Y allí estaba ella, la mente privilegiada que ha urdido unas de las mejores historias que haya leído últimamente "Pídeme lo que quieras". Una señora de lo mas normal con ascendencia americana pero que no puede esconder que su madre es manchega y que vivió en Aluche. He ahí de su autenticidad. Una tia enrollada, con sentido del humor, y devota de su público.

Al echar una mirada a las primeras filas de fans flipé al ver su público (entre los cuales estabamos, como no, nosotras, las del club de la almeja). Un montón de adolescentes tardías vestidas de rosa chicle mostrando sus lustrosas huchas preguntándola por qué elegía para sus protagonistas profesiones tan raras... como por ejemplo médico. Un dos tres, responda otra vez. En cuanto empezó a hablar de una escena tórrida en una moto que hay en el libro todas empezaron a chillar, a levantarse del asiento, e incluso alguna tuvo que irse al baño... 

Elisa y yo, como expertas que somos ya en el tema después de habernos leído más de 15 libros eróticos, RA o "chik lis" seguidos sin descansar, le preguntamos sobre Cincuenta sombras de Grey para ver si se lo había leído, cual era su opinión y si pensaba que le había ayudado a aumentar sus ventas y que la novela erótica se quitara un poco la mala prensa... y nos contaron que al parecer antes en las editoriales cuando recibían libros de novela romática y había escenas de sexo, automaticamente las rechazaban porque en España eso no se llevaba... Gracias a el petardazo del grey muchas nos hemos quedado con ganas de mas en todos los sentidos y hurgando al final hemos llegado a conocer a autoras como Megan Maxwel, Noe Casado o Noelia Amarillo (que también estaba allí) que realmente saben plasmar el espíritu de la mujer española y olé, y para que te entre un libro (sobretodo erótico) hasta el fondo, tienes que sentirte identificada con la protagonista.

Me partí cuando contaba que a ella en el cole cuando sus amigas le contaban que les gustaba un chico ella les escribía pequeñas historias en las que conseguían su amor y llegaban incluso a boda...
Después de las preguntas se puso a firmar libros. Yo me acerqué con Elisa que llevaba su último libro (que para eso se lo ha comprado) para que se lo firmara. Con cara de culpable y las manos vacías me acerqué solo para saber si era de Aluche y si los pisos que describía en sus novelas eran Puerto Chico... la tia superenrollada nos habló de como eran antes las escaleras de vecinos, que todos se conocían y se metían en casa unos de otros o te gritaban desde la terraza... aíns, que tiempos. Nos hicimos unas fotos como amigas para siempre que ya somos y nos fuimos super contentas, saltando mientras enseñábamos la hucha en busca de nuestros maridos e hijos...

Ahora tengo que comprarme los dos libros de "Pídeme lo que quieras" y "Pídeme lo que quieras ahora y siempre" porque quiero que me los firme en marzo, que vuelve, y que me ponga también que está supercontenta de haberme conocido...
Megan, te quiero.


A mi siempre me ha molado el concepto de la máquina de coser, para mi madre su Wertehim era algo útil, para mí más aún...  

Me encantaba meterme dentro de ella y jugar que estaba en una nave espacial mientras daba vueltas al volante que hacía mover el gigante pedal sobre el que yo me hallaba. Además estaba todo cerrado y hasta una puerta tenía... puf, era la caña. Era una forma genial de evadirse de todo y entrar en otro mundo... aún hoy en día hay veces en la que me apetecería ir a casa de mis padres, y volver a meterme dentro...  

De ñaja hacía vestidos a la barbie (en casa no había muchos retales y a esta muñeca le venía bien todo) y hasta unos pantalones de pana blanca con tirantes le llegué a hacer. Ya de mas mayorcita, a los veinte años o así, me dio por las fundas de los ebook, fundas de mp3, fundas de carpetas, fundas de móviles y fundas de fundas. Hasta que un buen día me dije: ¡¡basta!! estoy harta de coser a mano, quiero una máquina que cosa ella sola, que yo me canso!! Y así fue. 

Decidí que ya bastaba de dar puntadas a mano. Había que pensar en el futuro: cuando no pudiera encasquetarle los bajos a mi suegra o a mi madre, cuando el rober me pidiera que le hiciera camisetas sin mangas negras con un belcro en el tirante derecho para llevar sujeto el ducados... así que me pedí una para reyes, aunque claro, siguiendo mi estela de cutrez, me la pedía baratuja. Tanto, que me encapriché con la que vendían en el imaginarium... pero mi señor esposo se negó a tal límite e hizo lo que le vino en gana... me cogió una Brother decente que a pesar de no ser rosa, era de nivel... con ella me regalaban un cursito, y ahí estamos...

Durante toda mi vida había pasado por esa tienda y me había fijado en las marujas que detrás del traslúcido escaparate daban sus cursos de corte y confección concentradas en sus historias... y mira por donde, un buen día ahí acababa yo, con mi canilla enrollada, cagándome en todo cuando se me salía el enhebrao y preguntándole a la de al lado que qué era un pespunte...

Así llevo una semana de cursito, codeándome con la cream de la cream de los bordados, todas ellas con sus mantelerías finas, con sus servilletas horribles que dicen van a regalar a sus hijas, dios mio, si es que ni ellas las quieren, pobres hijas... y yo con mis cosas. Le digo a mi profa que me enseñe a coser cremalleras y a hacer ojales que el resto lo pongo yo. 

La tía se rie de mi y me dice que practique mucho, así que me he puesto al tema y ya me he hecho una funda para los pinceles, algo que quería comprar y que me ha servido de inspiración divina.

Las telas las compré en Pontejos. Me encanta ir a estas tiendas a sobar la mercancía como una entendida y pensar, "¿esto se podrá coser sin romperlo?". 

Me cortó los retales un gilipollas de toda la vida que no paraba de lanzar comentarios a su público en voz alta, sin recibir nunca respuesta, como si estuviera en el mercadillo. Era medianamente joven y con pelo, uno de esos que en una enorme superficie va de gallito del corral rodeado de marujas que él cree sueñan con frotarse con su entrepierna mientras él les da con la regla de madera en las nalgas... Me cortó unos terciopelos y un retal de algodón, me dijo sin mirarme (él solo miraba a su alrededor como queriendo controlarlo todo) que mojara la tela antes de coserla y yo confundida le pregunté a mi suegra si es que había que coserla empapada...

Al día siguiente me puse como una loca a coser, reinventando continuamente lo que tenía en mente y adaptándome a esas preciosas telas que había pillado (soy la hortera del rosa y el rojo, lo sé), revolucionando la máquina al pisar el pedal con desenfreno, creo que incluso iba bebida pero afortunadamente en mi casa no hacen controles... me encantaba la sensación de ir deslizando la tela por mis manos y ver que iba uniendo lo que antes estaba separado, ¡¡qué sensación de poder!!

Después de llegar a la conclusión de que los hilos no se han de comprar en los chinos porque atascan a la máquina y hacen sudar, voilá! ya tengo una funda para todos los pinceles, plumillas y rotuladores de punta fina que tengo. Sinceramente no se si lo voy a usar mucho, si lo saco en el curso de comic me echan, pero me encanta como ha quedado... jeje.
Antes de hacerla estuve mirando mucho los diseños que había por internet, y creo que a hortera no me gana nadie... el martes se lo llevo a mi profa a ver si me pone un punto positivo... jeje.
Es maravilloso tener algo en mente y luego poder tocarlo una vez lo has hecho realidad... genial!


Hoy he descubierto algo que me ha hecho feliz... y que demuestra lo asquerósamente consumista que soy, ¡¡he descubierto una tienda maravillosa!!

El otro día, la marge me dijo que había comprado unos calentadores en la tienda Tiger, ¿qué no la conoces? ¡la de la boutique! y me dijo que allí vendían cuadernos para skechers y cosas de esas, así que rápido me agencié la dirección.

El día después de reyes me bajé en Bilbao, cogí Fuencarral y me lié a andar... muy bonita la calle, muy ancha y muy de gente mayor con una fuente de ingresos estable, con mucha tienda y mucho espacio para andar... y tanto, porque llegué a Quevedo y el tigre no asomaba por ningún lado. Vuelta atrás, otra vez en la glorieta de Bilbao, esta vez sí cogí la Fuencarral que yo conocía, la que iba a Gran Vía, de calles estrechas y peatonales llena de gente joven con una fuente de ingresos estable (posiblemente los que les den sus familiares de la calle de arriba) y finalmente llegué al Tiger. Pero cual fue mi desilusión cuando me encuentro que está cerrada por inventario, mierda! solo con la pasta que me estaba gastando en el metro podría haber comprado un par de recetas... y luego para que nada me gustase... esto empezaba a ser una inversión arriesgada.

Total, que he ido hoy y me he encontrado con el paraíso del todo a cien de los nórdicos, con la estructura del Ikea y sus mismos nombres ilegibles "blandeskal skitsebog". Allí tenían las cosas que por una época te da por buscar y que no encuentras en ningún sitio: patillas postizas, la lamparita que me rompió ayer el rober por la mitad, el doble cacito ese que se usa para meter las infusiones, rollos de cinta para decorarlo todo, galletas de arroz, la lámpara de bola de luz ( que no de dragón Z) que cambia de color según la ocasión... y sobretodo: artículos de papelería a dos duros, bueno, a dos euros.

Estos nórdicos saben vender, y como no, te venden hasta su charcutería más fresca, ¿por qué? ¿acaso los españoles hacemos gasto en su comida? debe ser que sí... total, que yo me he pillado una paleta para la acuarela, por un euro! cuando en las tiendas de Hortaleza especializadas en Bellas Artes te valen un huevo, sobres de colores (que ya ni el corte inglés los vende) y un puñao de cuadernos de skecher para hacer mis dibujos de comis a tres euros.

Me ha encantao... tanto que ya estoy deseando empezar mi comic en mi cuaderno nuevo, así que he salido del metro y me he liado a hacer fotos a los vagones, al reloj, a los viandantes y ya mismo me pongo a dibujar...