A veces me pregunto por qué las mujeres y las mariconas malas somos tan odiosamente envidiosas, sobretodo con lo que a belleza se refiere. Lo de criticonas lo entiendo, lo asumo y lo comparto, pero la facilidad que tenemos para ver la paja en el ojo ajeno es bestial. Debe ser que desde pequeñas se nos inculca que tenemos que ser las más monas del patio y que a mayor belleza: mayor éxito social y mayor valía. A los tios sin embargo se les transmite que tienen que forrarse para ser unos triunfadores… así nosotras solo tenemos que estar divinas y cazar a alguno que esté forrao, reproducirnos con el susodicho y vivir de las rentas… ya sabéis que ata más pelo de coño que maroma de barco.

Últimamente me ha dado por cotillear acerca de la vida de la cantante de Black Eyed Peas, no se, me llama la atención su imagen y me gusta su música. La Fergie ha sido actriz, bailarina, compositora, modelo, actriz de doblaje, diseñadora, ha entrado y ha salido de las drogas, todo el mundo habla de ella y es número uno en cadena dial. ¿Y qué es lo que dicen las mujeres de ella? Pues que con tanta operación se ha convertido en un adefesio, que sus labios son dos morcillakas y que parece un travelo. La critican que se arregle porque parece una hortera o que no se arregle porque va en chandall y sin maquillar y parece viejuna…

Dicen que es la noche y el día verla en la calle o en un escenario… bueno, no sabía yo que para dar un concierto lo lógico es ir como cuando bajas a por el pan.

Zorras, más que zorras! (que diría la india indigna). No me quiero ni imaginar lo que dirían de ella si además hubiera estudiado física cuántica, especulara en bolsa y tuviera una medalla de oro en rugby femenino… entonces definitivamente sería un travelo mal operado y habría que apedrearla por deshonrar a su sexo.

También flipo con lo que responde ella ante las críticas: "Ha sido doloroso en el pasado cuando la gente me decía cosas sobre lo 'asquerosamente fea' o lo horrible que se me veía. Cuando atraviesas por ciertas cosas en tu vida, a veces no te da tiempo a estar perfecta". Pero hija mía, si con salir de las drogas ya tenías suficiente tarea como para pensar en que lado te ponías la raya… (del pelo quiero decir), tu a lo tuyo que es hacer música y posar en bolas dando saltitos.

Pero es que lo que nos mola es criticar, porque si nos fijamos en Pilar Rubio, es lo mismo. La tia es guapa hasta decir basta (por su culpa hay tias feas en el mundo) Pues son muchas las pivas que dicen: “ya, pero está operadísima”. (me consta porque hago el sondeo en el trabajo con las féminas que me rodean y todas responden lo mismo) Bueno, ¿y qué si fuera cierto? ¿No intentas tú disimular tu cara todos los días con kilos de pote, planchas del pelo y ropa tres tallas mas pequeña? ¿y lo consigues? ¿por qué nos cuesta tanto aceptar lo evidente? Está buenorra y ya quisiéramos parecernos un poco a ella, punto pelota.

El colmo es cuando sale en las fotos con su novio el Molinero, cantante de Hamlet… lo mas bonito que la dicen es: “debe ser que el amor es ciego y la belleza está en el interior, debe ser muy simpático”, pero so guarras, si vosotras sois las primeras que os quejáis de que los tíos buenos no se fijan en vosotras, qué esperáis, si sois unas perras ladinas! ¿si una tia buena se fija en un tio makarruza está ciega? Pues para fijarse en vosotras directamente hay que ser imbécil. Perrakas que sois unas chungas!.


Mi cuñado es hijo de un kiwi.

¿Qué pasa, no son las kepchup hijas del tomate? Pues el novio de mi hermana tiene el mismo derecho a ser hijo de un kiwi maduro y a mucha honrra.

Lo mejor, o peor, no sé, es que por parte de madre es Maori: una tribu muy espiritual, pero bastante salvaje. A mi cuando me lo dijeron me dejaron igual que estaba, pero después de conocerle y de que nos contara cosas de sus ancestros, de verdad que respiré tranquila de que ya haya repuesto sus playeras en el Decathlon y que no me guarde rencor por mi afrenta…

El otro día quedamos con él, el pai, el chuli y el cabra y estuvimos hablando de viajar a Nueva Zelanda. Y es que todo el mundo que le conoce se le acopla y quiere ir con él a su isla, ¡cómo somos los españoles!,… estuvimos comentando cómo era NZ, del clima, sus terremotos y de lo importante que era el rugby a nivel mundial (el dice que los All Blacks son el mejor equipo de la historia rugbiana). Yo que no tengo ni guarra del tema me enteré que esta gente tiene una danza muy particular: “el Haka” que interpretan antes de empezar los partidos.

Mi cuñao que es muy ilustrativo de forma de ser nos la representó tal cual y me cagué viva cuando empezó a gritar: abría los ojos poseído, sacaba la lengua como la niña del exorcista y movía los brazos igual que una sevillana enfurruñá todo a la vez. Solo imaginarme al equipo de rugby haciéndolo en el campo me explicaba perfectamente por qué han hecho historia los All Blacks estos…

Nos contó que su gente maorí se tatúa a lo bestia, pero no como se hace ahora en plan: “ponme unas letritas tribales en un hombro, o mejor, mi nombre en élfico, y no me hagas daño que se me enrojece la piel”, no. Los hombres se tiran el moko, (que es como se llama el tatuaje maorí) y se tatúan toda la cara y a ratos todo el cuerpo a excepción de las palmas de las manos y de los pinrreles. Usan herramientas afiladas para punzar la piel como huesos o dientes de animales tipo tiburón y ahí en el boquete sanguinolento echan la tinta oscura indeleble (la que usamos para escribir en los cedeses). El proceso es la mar de divertido y mientras te lo hacen los colegas cantan para así ocultar los gritos desagarrados de los maoris que nacieron en la tribu equivocada… Las mujeres no se tatuaban más que los labios, un poco la barbilla, un poco de la espalda… (me alegré por mi hermana).
De todas formas él lleva unos tatuajes muy europeos y discretos, no olvidemos que él es mas fino que el pelo un kiwi…

Pero la cosa no quedó ahí… ya cogimos confianza y llegamos al canibalismo.
Nos dijo que en épocas de hambruna los maoris llegaban a comerse la tierra y en los mejores casos a sus hijos (mucho más tiernos y sabrositos) y se quedó tan tranquilo. Pero claro, poneos en mi lugar, que yo ya veo a mi hermana pidiendo una excedencia en el curro para irse a Nueva Zelanda con el amor de su vida para no volver. Ahora temo por mis sobrinos, si sobreviven la que pueden liar en los cumpleaños, y no quiero que mi hermana se tatúe el labio porque todas sabemos que los colores endelebles no quedan bien en los morros.


¿Conocéis a alguna persona cuya gran virtud sea meter la pata? De esas personas que se dedican a criticar en voz alta cuando la persona afectada está detrás, de las que siempre la cagan al hablar haciendo comentarios inoportunos, o de esas que te comentan: tengo un amigo en cuya empresa uno mandó un mail a su jefe poniéndolo a parir… es lo típico que te cuentan y piensas: “hay que ser muy imbécil para hacer eso”.
Está bien, lo admito, soy imbécil. Jeje.

La culpa de todo la tiene Yoko Ono, de todos es sabido, pero también la libreta de direcciones del Outlook y su jodida memoria. Me justifico diciendo que yo necesito expresar mi ira, no puedo evitarlo y claro, en una empresa en la que todo se comunica por mail aunque el receptor del mensaje sea tu compañero de enfrente, pues te pasas todo el día tecleando y mandando mails a diestro y siniestro y caro, el margen de error se agranda.
Fue en uno de estos días en los que estás totalmente convencido de que tu jefe (jefa en este caso) te odia y quiere tu sangre para desayunar. Tú empiezas con la rutina del despelleje, tus compañeros retroalimentan tu ira dándote toda la razón y añadiendo nuevos motivos que no se te habían ocurrido perfectamente válidos para querer arrancarle la piel a tiras con un cutter oxidado a tu superior… Acabas escribiendo tan emocionado que le das a enviar al primer nombre que aparece con la “S” en la lista desplegable de tus contactos… jeje. ¿Qué no mola? Pues sí.

Es toda una experiencia cuando al cabo de los días te reúnen sin tú saber nada y te comentan que si no estás a gusto en el curro que lo digas, que te valoran un montón y que te dan nuevas responsabilidades, vamos, que al poco tiempo te promocionan y tú te quedas tan pichi cuando después de esto salta la liebre y te avisa un compañero de lo que ha ocurrido porque se lo ha contado la interfecta y por fin eres consciente de que llamaste hija de puta por escrito a tu jefa y que ella asumió que son cosas que van en el puesto y que es necesario ser sinceros… jajaja.

La última que he hecho no ha sido tan jevi, pero porque todo queda en casa.
Cuando estábamos en Marruecos camino a Fez, paramos a comer en una encinar gigante, ahí con nuestro salami y nuestro salchichón especiado de vaca y el vino de contrabando…por la tarde continuamos carretera y manta por esos caminos de alá llenos de baches y grietas. En esto que llegamos a unas cascaditas muy monas que son el típico lugar de turistiqueo interno del país donde los morakos se te adosan cual vulgares garrapatas para caerte bien y ganarse una propina. Dada mi simpatía hacia este tipo de persona al que le gusta la proximidad, el agobio y sacarte unas dirhams yo me negué a salir del coche, pero mi proyecto de cuñado (el cual viajaba por primera vez con nosotros y era la oportunidad de empezar a conocernos) se empeñó en hacer la excursión. Como no me vi secundada cedí y como ya habíamos aprendido la técnica de ignorar al guía forzoso subimos a las cascadas tan ricamente, con la mala suerte de que mi cuñao en una de estas se desequilibra y se cae a una poza empapándose hasta el culo.

Cuando volvemos al coche tres moros de distintas edades nos persiguen hasta el vehículo diciéndonos vete tú a saber qué en árabe. Nosotros pasamos porque el país ya nos ha hecho insensibles.
Mientras la víctima de la cascada abre su maleta buscando su ropa seca y las chanclas, los tres miran entusiasmados qué cosas lleva dentro. Saben que no les vamos a dar propina porque somos españoles de los agarrados pero así pasan el rato. Nos metemos de nuevo en el coche y el kuñao se cambia en el asiento de atrás mientras los moritos se hacen pequeños en la lejanía. Hasta los gayumbos le chorrean. Al poco rato nos cambiamos los de adelante atrás para que conducta él un rato.
Al parecer las gafas de sol que llevaba en la cabeza se le han caído a la charca… hoy hay un morito feliz con gafas nuevas.

Tenemos prisa por llegar al hotel ya que en la carretera 50 kilómetros son una hora y de noche conducir es un caos. Yo noto la basura a mis pies: una bolsa asquerosa con los restos de comida campera funguelando a especia y a carne de vaca embutida… Buscamos por los pueblos que nos cruzamos una papelera que está visto que en este país no hay de eso. Paramos en una gasolinera a miccionar y no hay otra cosa que letrinas, por dios, otra vez… pero qué graciosos que te ponen la huella del pié para que no te despistes. Finalmente conseguimos tirar los restos de comida en un contenedor.

Tras un par de horas llegamos a nuestro ansiado hotel. Por fin podremos cenar tranquilamente, a ser posible buscaremos un italiano… jeje. Nos ponemos a sacar el equipaje, y lo primero que aparece: la bolsa de basura.
Todos me miran con cara acusadora… yo miro incrédula la bolsa con la botella de vino vacía… ¿y lo que tenía yo a los pies? ¿qué he tirado? ¿la comida que nos quedaba? ¿la ropa de mi cuñado al que se supone que tenía que caer bien?... le he tirado las playeras y los calcetines… las únicas que tenía para todo el viaje. Eso por obligarme a hacer excursiones en un país tercermundista. Hoy hay otro morito feliz más con playeras nuevas.


Esto me pasa por dejarme embaucar hace un año y acabar firmando en una servilleta grasienta de cualquier bar que me comprometía a ir a Marruecos en la Semana Santa del 2010, con el pai, el chuli y el cabra...

Quizás no fui consciente de donde estaba hasta la tarde en la que me encontré rodeada de moras en pelotas exfoliándose las pieles en un hammam, lavandose sus partes pudendas en una especie de bidé de piedra con la largas ubres colgándoles, riéndose y gritando en francés mientras sus velos aguardaban solitarios y tristes en sus taquillas.
Me escandalicé viendo como una se ponía la compresa delante de sus colegas y pude ver que si bien estas mujeres tienen pudor al vestir tal y como reza el islám, no lo tienen a la hora de mostrar su intimidades más intrínsecas. Gracias a dios que no la vi quitándose la usada con los zorongos colgando...

No os voy a engañar, no me molan un pelo los moros. Los prejuzgo a todos nada mas verlos y por ello me asqueaba la idea de compartir sus letrinas, pero mira por donde he vuelto tan melancólica y nostálgica del viaje, sin sufrir secuestro alguno y sin otro altercado que alguna que otra mosca cojonera obsesionado con la propina y el poder arañar algún dirham más.

Puedo decir que realmente Marruecos engrandece el alma... sobretodo cuando vas de turista guay al Riad de turno a las tantas de la noche y te hacen el tallín que sea para tí solo en su restaurante y te dejan sacar tu vino y Mohamed te lo sirve tan contento. O cuando te alquilas en medio de la medina una choza con patio de naranjas incluido y te bebes tus cervezas de contrabando en la terracita mientras oyes a los imanes gritarse unos a otros como si estuvieran en La Gomera llamándose a la oración.

Es un país de contrastes en el que no sabes si llorar o reir cuando ves a los niños en la carretera lanzándote besos y vendiendo yerbajos a cualquiera que vaya en automóvil mientras su padre diez pasos atrás está tirado en el cesped tocandose lo huevarros... cuando en el coche que va delante tuya en la carretera asoma la cabeza un niño y se pone a vomitar (como cuando nosotros íbamos con nuestros padres en el renault 4, dícese la cabra, al pueblo) sin que los padres paren... sea lo que sea es para verlo.

Creo que no olvidaré nunca esas letrinas de gasolinera en la carretera de Beni Mellah llenas de mierda y ese atractivo joven morako de despeinadas greñas sentado en la puerta, con los vaqueros llenos de barro, suciedad y vete tu a saber cuantas clases de adn, mirándonos mientras nos acercábamos mi hermana y yo, al mismo tiempo que nos imaginábamos a nosotras mismas ya robadas y desangradas en el suelo, tiradas con nuestra sangre filtrandose por el desague del urinario...
Las dos que nos acercamos a ver el toilet en cuestión para lanzar un gritito de escándalo ante tal inmundicia... y el chaval que nos mira y caballeroso se levanta para indicarnos amablemente que mejor vayamos a los baños del café de al lado... que sentimiento de culpabilidad me invadió.
Alá tenía que haberme castigado con una diarréa...